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Origen de nuestro calendario |
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¿Porque utilizamos este calendario?
El calendario romano antes de Julio César-
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El año nuevo romano
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Loba Capitolina
(Museos Capitolinos, Roma)
En los primeros tiempos de la República, el inicio del año nuevo lo marcaba el momento que los nuevos cónsules (máxima autoridad ejecutiva) tomaban posesión de su cargo, en las calendas de martius. De ahí que los historiadores latinos fijasen las fechas indicando quiénes eran los cónsules cuando se producía tal o cual acontecimiento. Sin embargo, hacia el 153 a. C., el cambio del cónsul y el comienzo del año nuevo se trasladaron a las calendas de januarius, enero, tal y como usamos en Occidente en la actualidad. De todas maneras, también manejaban un punto de referencia absoluto y era el año de la supuesta fundación de la ciudad de Roma, que situaban en el día 21 de abril del 753 a. C. (en el año tercero de la sexta Olimpiada del calendario griego).
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Numa Pompelius
Detalle de un fresco de Giuseppe Cesari (1636-40). Roma, Museo Capitilono.
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Hacia el año 48 a. C. Julio César se hizo con el control de Roma y emprendió todo tipo de reformas. Desde que había desempeñado el cargo de pontificex maximus, la mayor autoridad religiosa de Roma, había sido consciente del caos que reinaba en el calendario romano. Hasta entonces, se había mantenido un complicado sistema, herencia de las culturas latina (solar) y etrusca (lunar), que además había sido manipulado en incontables ocasiones para beneficio de los poderosos. Así, con la ayuda del astrónomo y filósofo alejandrino Sosígenes emprendió una reforma que sentó las bases del calendario occidental.
Antes de que Julio César llegara al poder el tiempo andaba desordenado en Roma. Una larga tradición histórica, durante la que se habían combinado calendarios etruscos y latinos con influencias griegas y orientales, había trastocado el tiempo. Según la tradición, el primer calendario que usaron los romanos fue inventado por el mítico fundador de Roma, Rómulo, y constaba de 10 meses de 30 días, menos 4 que tenían 31. De haber existido realmente (nuestras únicas fuentes son autores latinos muy posteriores a estos hechos), este calendario sería muy curioso pues solo abarcaría 304 días al año. Los días que faltaban se corresponderían a los meses de invierno y, sencillamente, se despreciaban. Era un calendario agrícola y cada primavera se reiniciaría hasta finales del otoño, momento en que el campo no necesitaba del trabajo del hombre y el tiempo dejaría de ser digno de ser contado.
Sin embargo, es muy probable que este calendario no llegara nunca a existir. Sí parece más cierto que, desde tiempos de la república (hacia el año 450 a. C.), aunque sus raíces se remontan a tiempos del legendario Numa Pompelius (717-673 a. C.), los romanos consultasen un calendario lunar de 12 meses, que suponían unos 355 días al año. Cada mes podía constar de 29, 31 ó 28 días y debía su nombre o a una divinidad o a su situación en el calendario.
El calendario prejuliano
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Mes (días)
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Origen
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1. Martius (31)
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Por Marte
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2. Aprilis (29)
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Apolo Aperta
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3. Maius (31)
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Júpiter Mayo (maius)
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4. Junius (29)
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Juno
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5. Quintilis (31)
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Quinto mes
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6. Sextilis (29)
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Sexto mes
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7. September (29)
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Séptimo mes
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8. October (31)
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Octavo mes
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9. November (29)
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Noveno mes
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10. December (29)
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Décimo mes
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11. Februarius (28 días)
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Februa y otras divinidades infernales
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12. Januarius (29)
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Jano
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Hecha la ley, hecha la trampa-
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Los años bisiestos
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En cada mes distinguían 3 días claves que estaban relacionados con las fases de la Luna. El primero se denominaba calendas (calendae), marcaba el inicio de cada mes y la Luna se encontraba en cuarto creciente. El segundo eran los idus (de iduare, dividir), coincidían con la luna llena y se producían el décimo tercer día los meses cortos (de 29 días) o el décimo quinto de los largos (de 31 días). Entre estos dos días se situaban las nonas, que se correspondían al quinto día en los meses cortos y al séptimo en los largos. Para designar un día, los romanos utilizaban todos estos parámetros restándole días al día clave que se avecinaba. Así, por ejemplo, el 3 de junio lo llamaban “el tercer día anterior a las nonas de Junius”.
El día que se añadía a februarius no se hacía a final de mes, como hacemos hoy en día, sino el vigésimo cuarto día de febrero, o lo que es lo mismo, el sexto día antes de las calendas de marzo (sextus calendas martias). Para no cambiar la numeración de los días siguientes, a este día intercalado se lo denominó bis sextus, de donde proviene nuestro año bisiesto de 366 días.
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Como el año trópico tiene 365,2 días y aquel calendario solo comprendía 355, cada cierto tiempo era necesario añadir un décimo tercer mes al año para evitar que se desajustara el calendario civil con el ciclo real de las estaciones. Este mes recibía el nombre de intercalaris o mercedinus, tenía alternativamente 27 ó 28 días y se disponía tras el mes de februarius, al que se le quitaban unos días para terminar de cuadrar las cuentas.
La persona encargada de decidir qué años debían de constar de 13 meses era el pontifex maximus, la máxima autoridad religiosa en la antigua Roma, y desde finales del siglo II a. C. lo hacía cuando le parecía conveniente, es decir, sin necesidad de atenerse a un sistema oficial (como hacían los atenienses con el ciclo metódico). Sin embargo, dejar en Roma –quintaesencia de la corrupción en la antigüedad– algo tan importante a la libre decisión de un cargo público era abrir las puertas al caos. Cada vez que alguien necesitaba prolongar el año, por ejemplo para permanecer más tiempo en un cargo de periodicidad anual o para retrasar un pago, sobornaba al pontífice de turno para que decidiera que ese año contaba con un mes más, algo que podía hacer incluso cuando apenas le quedaban al año unos días para su conclusión.
Como podemos imaginar, la situación no tardó en descontrolarse. En época de Julio César el equinoccio civil difería del astronómico en 3 meses; por analogía con nuestro calendario, era como si para mayo estuviéramos padeciendo los calores de agosto y para septiembre las nevadas invernales. En cambio, las navidades las estaríamos pasando con un agradable frescor primaveral. Si fuéramos agricultores y necesitáramos controlar la temporada de cada cultivo, esta situación se nos tornaría insostenible; de hecho, eso mismo pensó Julio César en cuanto llegó al poder.
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Julio César
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Con ayuda del astrónomo griego Sosígenes, en el 46 a. C. Julio César realizó una brillante reforma del calendario y sentó las bases del que usamos hoy en día. Lo primero que hizo fue volver a sincronizar el equinoccio civil con el solar y para eso añadió 3 meses a los doce habituales del año: el conocido mercedinus, de 23 días, otro de 33 y un tercero de 34. En total, aquel año contó con 455 días y se conoce como “el año de la confusión”.
Una vez que el año civil volvió a ser coherente con el año trópico, suprimió el mes intercalar e implantó un calendario de 365,25 días distribuidos en 6 meses de 31 días (los impares) y 6 meses de 30 días (los pares), menos februarius que solo tendría 29. Además, para recuperar el día de diferencia que se produce cada 4 años respecto del año trópico, indicó que en los años múltiplos de 4 (cada cuatro años) februarius contaría con 30 días.
Por la sencillez y precisión, la fórmula del calendario juliano fue realmente un gran acierto, sin embargo apenas le quedó tiempo a Julio César de ver cómo funcionaba pues al año siguiente de su implantación, el 44 a. C., fue asesinado por un grupo de nostálgicos de la República, entre ellos, su hijo adoptivo Marco Junio Bruto.
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Octavio Augusto
(Augusto Prima Porta,
Museos Vaticanos, Roma)
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Tras la muerte de Julio César, el calendario apenas experimentó grandes cambios hasta la reforma de Constantino en el siglo IV. Los más llamativos fueron el cambio de los nombres de los meses quintilis y sextilis por el de julius y augustus, en honor respectivamente de Julio César y Octavio Augusto, su sucesor al mando del Imperio. Curiosamente, el que se le dedicase un mes de 30 días a Augusto (en sextilis había terminado las guerras civiles) supuso que se tuviera que modificar el fundamentado criterio de asignar a los meses pares 30 días y 31 a los impares. Ya que no era políticamente correcto que el mes de Augusto tuviera un día menos que el de César, se le quitó uno al pobre februarius para dárselo a augustus. Además, para que no hubiera 3 meses seguidos con 31, a partir de septiembre se trastocó el orden.
Calendario juliano y reforma de Augusto
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Julio César (días)
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Augusto (días)
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Actualidad
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Januarius (31)
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Januarius (31)
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Enero (31)
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Februarius (29)
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Februarius (28)
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Febrero (28)
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Martius (31)
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Martius (31)
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Marzo (31)
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Aprilis (30)
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Aprilis (30)
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Abril (30)
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Maius (31)
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Maius (31)
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Mayo (31)
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Junius (30)
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Junius (30)
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Junio (30)
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Quintilis (31)
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Julius (31)
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Julio (31)
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Sextilis (30)
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Augustus (31)
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Agosto (31)
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September (31)
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September (30)
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Septiembre (30)
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October (30)
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October (31)
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Octubre (30)
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November (31)
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November (30)
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Noviembre (30)
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December (30)
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December (31)
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Diciembre (31)
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Fuente: http://www.pixelteca.com/taberna/tiempo/calendario.html#arriba
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