Como bien dice el refran "no por mucho madrugar amanece más temprano" asi con todo, nos plantamos en el aeropuerto de Alicante 2 horas antes de la salida del vuelo. Nuestro objetivo, Heidelberg, una pequeña ciudad en el centro de Europa, al suroeste de Alemania.





Vistas de Heidelberg, una bonita ciudad universitaria atravesada por el rio Neckar, con su imponente Castillo, que no visite porque aún les quedaba cerveza en los bares.


Aunque reconozco que es una ciudad visualmente espectacular:

Su castillo
El casco antiguo:
Y la Marktplatz, con el castillo de fondo




Nuestra primera visita después de conocer Heidelberg fue Friburgo. Yo llegue con la emoción de conducir por la autobahn 5 sin limite de velocidad, otros con la ilusión de probar la famosa tarta Selva Negra, situación que propicio conocer a una simpatica camarera en esta ciudad ¿quien dijo que los alemanes no son simpáticos? En esta ciudad descubrimos que los alemanes lo que es fiarse se fian, pero después de aparcar sus bicis dejan la rueda atada y se van con el resto de la bici... y también que "cuidado" en aleman es como un estornudo español.







A la vuelta, nos alejamos del hiperespacio de la autobahn y utilizamos la nacional. Espectaucalar vuelta cruzando la Selva Negra. Parada en un pueblecito llamado, creo, Freudenstadt.

Esa noche tuvimos suerte, conseguimos cenar cuando se oculto el sol.



La idea era hacer el recorrido en barco desde Bingen hasta Koblenz. Finalmente lo hicimos hasta Boppard y fuimos a Koblenz en tren. El trayecto es muy apacible, sin duda una buena vista para relajarse bebiendo unos de los famosos vinos de la zona. Nosotros bebimos vino, pero no pudo ser lo de apacible, entre foto y foto nos llovio, razon por la cual decidimos beber más y bailar en cubierta. Españoles...


Nuestra llegada a Boppard con la bandera española, que majos...




Koblenz (Coblenza):

Lo más interesante de esta historica ciudad es que hay que pagar por orinar y un caballo con unos testículos gigantes. la llamada esquina de Alemania.








Esa noche, tal como temiamos, llegamos tarde a Heidelberg para cenar. Ni siquiera la fabulosa habilidad de Jose de camelarse a camareras alemanas consiguio que cenaramos a las 23:00 h. Asi que aprovechamos y vimos la casa de Jose cenando pizza. Este día aprendimos que los alemanes cuando dicen que no cenas es que no cenas...Alemanes...

Denominado como el día  "tecnológico", Stuttgart se presento ante nosotros como una gran ciudad y la verdad es que a mi personalmente no me defraudo. Me quede con ganas de más, pero la apretada agenda lo impidio. Por la mañana visitamos el museo de la Mercedes, muy recomendable la visita por mi parte, tanto si te gustan los coches como si no.





Comimos en una bonita taberna del centro de Stuttgart, este Jose se lo conoce todo !!! una vez más tuvimos que utilizar sus artes oscuras con las camareras para comer, yo solo, en Alemania, adelgazaría...

Me encanto este sitio

Mucho !!

Hasta dejaron a Charo robar unos posavasos (aunque ahora que lo pienso...si ten dan permiso ya no los robas...)



Este día aprendimos que los alemanes no llevan calzoncillos (tengo pruebas).

Esa noche, de vuelta en Heidelberg, festival universitario, llegamos a tiempo de la cena (más o menos) y fue cenar e irnos a dormir, quedando pendiente la última cerveza...que será muy, muy pronto...


P.D. Charo, la mejor cerveza del mundo es la Pilsner Urquell Checa. República Checa + 50 puntos, Alemania - 30 puntos.